«La luna está en Duala» – 3/4

«La luna está en Duala» – 3/4

Planeta tierra

¿Veis esa imagen sobre este texto? Me parece increíble todo lo que ha atravesado Sani por tierra. No me da la olla. Ante todo mis respetos por tantas vivencias que, siendo tan deshumanizantes, no han quebrado lo más íntimo de su ser.

*

El libro está escrito de forma similar a la técnica que usan muchos copywritters, la de El viaje del héroe. Los países por los que pasa son Camerún, Nigeria, Níger, Desierto del Sahara, Argelia, Marruecos, España. Termina el libro mencionando su estancia universitaria en el Líbano y su beca en Estrasburgo.

País Camerún. Ciudades Duala, Yaundé, Ngaoundéré, Garoua.

Empieza idealizando su aldea natal y la convivencia con sus vecinos, mostrando un contexto pacífico, de sustento emocional y sin carencias materiales. A pesar de ello, introduce su temor de no realizar el sueño de licenciarse.

Cuenta que le adelantan un curso por ser alumno aventajado, también que pierde su oportunidad dorada de estudiar en una escuela de prestigio por gañán y que, aunque sus padres le pagan la educación en un colegio privado, él toma la decisión de irse porque está decepcionado.

En una beca-estafa, conoce una persona al que sus padres le envían a estudiar a Ghana. Quiere ir con él pero investigando se da cuenta de que no podría ir hasta allí porque era menor de edad. Busca por internet un país con frontera terrestre con Camerún en el que los estudios sean de prestigio.

Así, decide irse a los quince años, empleando para ello el dinero que su familia le había dado para pagar la matrícula del colegio el seiguiente año. Una locura irresponsable y malversadora.

Me gustó especialmente el estilo, puesto que narra su camino vinculándolo al negocio de las infraestructuras portuarias y ferroviarias del país, mencionando a la empresa francesa Bolloré Transport & Logistics y cómo el desarrollo de los transportes se establece desde una perspectiva utilitaria. Algo que me llama la atención es que critica que sólo quedan restos de las infraestructuras de la época colonial destinada a la explotación de recursos naturales. En este plano me pregunto, ¿y qué hace el gobierno de Camerún? Ah, sí, que tienen una dictadura con Paul Biya como dictador desde 1982 donde la corrupción campa a sus anchas. Pero los malos han sido los colonizadores.

Nigeria: Yola, Kano, Maiduguri.

Aquí se encuentra con la pobreza real, con niños que no tienen ni qué comer y se ven en la necesidad de robar comida en las mesas de los restaurantes.

Hace una introducción muy buena a la guerra de Biafra (1967-1970), también conocida como Guerra Civil de Nigeria, donde la zona sur quería que su independencia de Nigeria fuese reconocida tras la “descolonización”. Muestra cómo ese conflicto sigue en el corazón de la población.

En este punto hace una genial introducción a Boko Haram. Te cuenta que hay muchos controles en las carreteras y le dicen que es por “boko haram”, cuya traducción del hausa es boko = educación occidental y haram = pecado. Cuenta que se siente muy confundido al haberse escapado a Nigeria para cursar enseñanzas occidentales y que de repente haya controles para impedirlo.

Aunque tiene momentos en los que se plantea llamar a sus padres para que vayan a buscarle y le lleven de vuelta, como cuando le roban todas sus pertenencias en una estación de bus, decide seguir adelante. Le angustiaba la culpa y no sabía cómo afrontar la situación de decirles a sus padres lo que había hecho. Así que bueno, huir hacia delante.

En Nigeria es cuando tiene que empezar a trabajar. Percibo que en Camerún jamás pisó el campo y que hasta los quince años fue un niño bien asentado. Osea, como la mayoría de los niños en países occidentalizados. El caso es que cuando se pone a trabajar en el campo pasa algo terrible: Boko Haram. Y aquí ya le explican que es un grupo extremista radical que empezó ahí en Maiduguri queriendo prohibir las enseñanzas occidentales y que ahora se dedicaba a saquear ciudades y aldeas. Y esto sí que es importante, porque Sani reconoce que se informó muy mal antes de ir ahí y narra la historia de Haruna, un joven nigeriano para el que estudiar sí que era un reto: cada vez que salía a la calle podía ser raptado por este grupo y, si no asesinado, sometido a un lavado de cerebro para radicalizarlo e integrarlo al grupo.

En este contexto, viendo a lo lejos el fuego de las aldeas arder, se sube de polizón en un camión que le lleva al siguiente país.

Níger: Diffa, Agadez.

Esta etapa de su viaje me ha servido para ubicar una vivencia mía desagradable. A mí me gusta saludar siempre a la gente. Soy de campo y en el campo siempre se saluda. Entonces cada vez que voy al Supermercado donde compro, saludo al señor que está sentado en la entrada esperando que le den unas monedas a cambio de que él cargue las bolsas. Hasta aquí todo bien, pero tuve tres episodios desagradables porque por el hecho de saludarle él me insistía en que le dejara llevar mis bolsas a cambio de que le pagara: algo que no necesitaba, por un lado —cuando voy sin el coche no compro nada de peso— y que no quería hacer a causa de mi ajustada economía, por el otro.

En algunos lugares de África es normal que haya personas que vayan al Mercado por la mañana, a primera hora, para ayudar a cargar y descargar a cambio de que les den algo de dinero. En este caso, Níger es uno de los países más pobres del mundo y, por ende, la gente se busca la vida como puede. Ya no por dinero, por comida.

Este es el caso de Sani, que encuentra trabajo esporádico primero ayudando a descargar. Después encuentra algo más permanente, ayudando a cerrar y abrir un local y vigilándolo por la noche. El dueño de este local, el señor Malam Ibrahim, desarrolla un vínculo muy fuerte y se lo lleva a su casa para que trabaje en el campo, muy a pesar de su mujer.

De aquí hay dos cosas que me gustaría comentar: por un lado, Sani dice que Ibrahim se preocupó mucho por él, y cito literalmente, “porque sabía que la labranza era dura para mí”. Soy hija, nieta y bisnieta de campesinos. No es por ser borde, pero el campo es duro para todos.

Por otro lado, no entiendo el respeto y la deferencia que muestra por una señora, la mujer de Ibrahim, que quema todas sus pertenencias y le echa sin mediar palabra cuando su esposo fallece, pero luego critica muy duramente el trato recibido en España. Mi no comprender.

Del aspecto cultural, quiero resaltar algo sagrado y privilegiado a mis ojos que es el rito musulmán que entierra a los muertos el día del fallecimiento y en contacto con la tierra, envuelto en un sudario. Ojalá tener ese privilegio y que la tierra abrace mi muerte dando más vida.

Además, es muy acertado como vincula esta experiencia de pérdida con las causas. Su mentor Ibrahim había trabajado décadas en una mina de uranio explotada por la empresa francesa Orano. Los trabajadores de allí, en su mayoría, mueren de enfermedades raras, cáncer y otros problemas derivados del trabajo allí y la radioactividad a la que son expuestos.  Además, explica cómo la apertura de la mina desplazó a población —a una la atrajo para trabajar en ella mientras que a otra la expulsó de la zona— y cómo ello afectó a los tuaregs, algunos de ellos organizados ahora en el ámbito del contrabando (de personas, de armas, de drogas).

Desierto del Sahara.

Es en este punto en el que Sani toca una piedra angular de las relaciones y cooperación internacionales de hoy: la externalización de fronteras.

Explica de forma pormenorizada cómo las decisiones de Bruselas afectan ámbitos muy diversos más allá de si las personas pueden o no entrar en Europa.

En lo que a él le toca, estando en Níger se decide a ir a trabajar a la mina de Uranio. Primero se encuentra en una encerrona con un contrabandista estafador que solía secuestrar a la gente para luego exigir a su familia un rescate. De esta situación se salva por ser de etnia hausa. Más adelante alguien le convence de ir a Libia para trabajar. El viaje lo hacen contratando a unos contrabandistas Tuaregs. Pero ¡oh! ¡Sorpresa! Los estafan y los abandonan en medio del desierto.

 

Este episodio es muy duro por las historias de vida que tienen los compañeros de viaje. Huérfanos, personas que desde los cuatro años empezaron a trabajar en plantaciones de cacao en Costa de Marfil, Ganha etc. y cómo la globalización hipoteca la vida y el futuro de muchas generaciones. Aquí le corregiría a Sani, porque no pasa solo en el continente africano. Pasa en todo el planeta.

Pero es cierto que en Costa de Marfin, Gahna, Nigeria y en otros países, la educación es un lujo y esos niños son puestos a trabajar. Por eso es muy importante comprar de precio justo. Y eso hace alusión a mi anterior post porque hay una ONG que se dedica al comercio justo, que opera dando trabajo a la población local y canaliza sus proyectos por medio de ONGs y empresas locales. Si bien es cierto que hay mucho por criticar a las ONGs, Oxfam Intermón es una de esas pocas que son éticas y horizontales en sus proyectos.

 

Volviendo al tema del desierto. Aquí tienen una travesía muy dura. Son abandonados y un compañero muere. De milagro encuentran un pozo en medio del desierto, y otros tuaregs que comparten dátiles con ellos les ayudan a orientarse.

Argelia: Tamanrasset, Orán, Maghnia.

Llega caminando a Argelia. Ahí es consciente, por primera vez, de su negritud. Hay una negrofobia violenta. Por ello tenían que vivir fuera de la ciudad y no podían ni viajar en tren o coger un taxi… En los países árabes hay un racismo abierto y sin disimulo hacia los negros.

Aquí es donde llega la fase de comunidad en la que, para sobrevivir, tiene que vivir en comunas organizadas según país de procedencia. Las tareas se repartían entre todos y aunque no lo dice de forma explícita, sí narra que se regían por el principio “aporta o aparta”.

Su aventura en Argelia termina cuando varios policías prenden fuego a la comunidad en la que vivía a las afueras. Prenden fuego de noche, con todos ellos dentro. A conciencia para echarles.

Así es como emprende rumbo hacia Marruecos a pie. Al narrar su travesía andando, también comenta el conflicto histórico entre Argelia y Marruecos y hasta qué punto ese enfrentamiento deja heridas en las personas que, siendo vecinos y familia, tienen difícil volver a verse.

Marruecos: Oujda, Nador, Tetuán.

Más racismo. Niños que apedrean negros. Vida en los márgenes. Intentos de entrada en España, primero en Melilla y luego en Ceuta.

De Oujda se dirige hasta Nador. Desde allí viaja hasta Rabat para tener una entrevista en la embajada de Camerún e informarse del Programa de Retorno Voluntario de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones). El día antes de la reunión para cerrar el acuerdo de retorno voluntario, le convencen para irse a Tetuán e intentar desde allí entrar en Ceuta. Allí lo consigue.

Dos años después de salir de su casa, es decir, con diecisiete años, logra entrar en España. Y aquí no lo entiendo, porque si solo han pasado dos años habría entrado con diecisiete, pero lo que narra a continuación son vivencias de personas mayores de edad.

Nota: A pesar de lo que la gente cree, a ningún menor extranjero tutelado le dan la nacionalidad española por el simple hecho de estar aquí. Y de los nacidos aquí de padres extranjeros, solo se le concede la nacionalidad española a niños cuya filiación resulte indeterminada para evitar los casos de apatridia.

España: Ceuta, CIE de Tarifa, ALmería, Cördoba, Zaragoza, Córdoba y Sevilla.

Entró arrastrado por una ola, tras haber perdido el conocimiento. La Cruz Roja Española lo atendió. Del hospital fue a comisaría, y de ahí al CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes).

Allí llamó por vez primera, desde su partida, a sus padres. Me parece muy difícil y altruista haber compartido todo esto. Es que se abre en canal, de verdad. Súper honesto para contar sus defectos y vulnerabilidades.

Aquí me doy cuenta de una cosa: puede que la única vez que el protagonista de la historia actuó por convencimiento propio fue cuando se fue de Camerún. El resto de las decisiones las va tomando, sobre la marcha, porque otros le convencen.

Es el caso de su entrada en Elín, un centro social para inmigrantes en Ceuta. Allí recuperó la sensación de existir y de importar a alguien. Allí le dieron un abrazo auténtico y sentido, el primero que recibía después de mucho tiempo. Y qué dolor en el alma leer algo tan bonito y saber que hay tantas personas que carecen de ello y acaban suicidándose. Ojalá todo el mundo tuviera un apoyo así en su vida.

Elín para él fue un oasis que le recuperó y enseñó el camino. Reconectó con la brújula que le orienta para no perderse. Y joder, ¡qué bonito tener eso y que no se rompa partiendo todo tu mundo en mil pedazos, aniquilando el corazón! No todas las personas tienen esa suerte Sani.

De cualquier forma, del CETI se va al CIE a dos ricos meses de internamiento. Hay muchas quejas del «nivel de deshumanización hacia los inmigrantes» que, en realidad, es una cuestión de burocracia que a los nacionales también nos deshumaniza si caen en la desgracia de ser personas institucionalizadas.

Por lo demás, de las «torturas» que refiere en el CIE de Tarifa y el trato de los agentes españoles (¡¡que en Argelia os quemaban vivos sin miramientos!!), he de decir que me parece una mili. No diré «una buena mili», pero una mili, a fin de cuentas. ¡Hasta permiten visitas! De hecho, las religiosas del centro Elín viajaron desde Ceuta para darle ánimos. De ese modo le hicieron sentir que no estaba solo, que le importaba a alguien y había esperanza.

Por otro lado, tiene escrito literalmente que «quería acabar con toda esa deshumanización y regresar a casa». Y yo pienso que es una fortuna inmensa que exista un lugar al que desear volver. Mucha gente no lo tiene.

 Y no sabéis cómo me ha dolido leer estas páginas tan bonitas. Pero me han dolido y mucho.

 

También me han indignado. Yo no me creo que el CIE haya sido, objetivamente, lo peor de todo el viaje. Pero de eso ya hablé en una entrada anterior.

Por otro lado, comprendo su sentimiento de frustración con las trabas burocráticas para acceder al estudio. Pero he de decir que los orientadores laborales de los institutos nos dicen lo mismo a muchos de nosotros. Y sí, a mí me lo dijeron, que no hiciera bachillerato, que mejor un ciclo medio y a currar. Y que, si se me ocurría hacer bachiller, que con suerte lo obtendría en tres años, que no hiciera carrera porque no tenía capacidades. Y en su caso le trataron así por el color de su piel, en el nuestro por un test de mierda que te hacen un buen día y, como justo cuadre que ese día tienes fiebre, te encuentras mal, o algo te turba especialmente… jódete, porque el orientador te estigmatiza como inútil.

Entonces, como persona resentida con el sistema, entiendo tu frustración, pero al mismo tiempo lo veo como que no es nada fuera del otro mundo. La burocracia en Españita es así con todos los que no tenemos familia en administraciones públicas o con dinero suficiente para meternos en la privada.

Y aquí sí que hay algo que me fastidia. Porque al señor Malam Ibrahim, el que le había dado trabajo en Níger, no le exigía facilidades para estudiar. Y aquí, muchas personas, nos pagamos los estudios de nuestros bolsillos.

Sí, estoy hablando desde la comprensión de que muchas de las cosas que él denuncia nos pasan también a los nacionales. La burocracia es un entorno hostil al que hay que prestar mucha atención y conviene que uno aprenda cuanto antes cómo gestionarse en él.

Importante: del CIE lo llevan a Almería a trabajar. De allí se va a Córdoba porque contaba con un conocido que le facilitaría buscarse la vida, pero al llegar éste ya se había ido. Está viviendo en la calle durante un tiempo, hasta que una familia francesa asentada allí lo adopta. Posteriormente se irá a vivir con otra familia, teniendo así dos familias en Córdoba.

Consigue que lo adscriban a la prueba libre de la ESO (con muchas peripecias y encontrándose con funcionarios inútiles, como a todos nos pasa) y estudia mucho y la aprueba. Después consigue que lo matriculen para hacer el Bachillerato de Artes y lo termina.

Se va a Zaragoza a trabajar, porque no quería seguir siendo una carga para las mujeres que lo tenían acogido y no consigue estudiar nada en ese tiempo. Aquí quiero hacer un apunte, y es que somos muchas las personas que nos hemos sacado una carrera en la UNED trabajando al mismo tiempo. Pero bueno, detalles sin importancia en su historia.

El caso es que un día le llaman por algo muy serio, y Sani decide dejar todo para volver a Córdoba y estar cerca de su familia cordobesa. Es en ese momento, cuando le vuelven a insistir para que estudie y así lo hace.

Le dan una súper beca para estudiar en la Universidad Loyola (privada) con la gratuidad de la matrícula. Y allí es donde estudia Relaciones Internacionales. Esto lo combina con la gestión de un hogar de acogida para inmigrantes en Sevilla (Dos Hermanas).

Extra: becado en Beirut, Líbano y becado en Estrasburgo, Francia.

Es interesante.

Si os interesa comprad el libro 😉 Un poco de geopolítica, otro poco del conflicto del agua, y un mucho de relativismo cultural.

Líbano: Que si hay un alto índice de racismo allí. Que si cuanto más falla el Estado, más fuerte es la relación de los libaneses con Dios

A nivel de migraciones, comenta que el país acoge a unos 2 millones de refugiados sirios, 3cientos armenios y cuatrocientos mil palestinos. Un mosaico de identidades.

Francia: más burocracia y tejer redes de contactos para él.

Conclusión:

Se nota que Sani parte de una estabilidad familiar y una salud mental y emocional importante. 

Saber consolidar una red de contactos es muy importante.

 

Y bueno, el derecho a tener derecho es importante. Se evidencia que si bien todos los países son iguales, hay algunos más iguales que otros. El poder blando y la burocracia como elementos a los que prestar atención y, por encima de todo, está la importancia de devolver la dignidad y el alma a las personas que por unos motivos u otros se han visto despojados de ello.

 

Siempre a favor de lo bueno, en contra de lo malo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *