«La Luna está en Duala» – 2/4

«La Luna está en Duala» – 2/4

Opinión general

El libro me ha encantado.

Es fácil de leer, muy instructivo e intercala los episodios de su viaje con las políticas y economías internacionales que afectan y modelan directamente la realidad que él vive como migrante.

Ese viaje entre lo macrosocial y lo microsocial es maravilloso de leer.

Te permite ver cómo las vidas concretas se entrelazan con el devenir histórico marcado por las estructuras sociales más amplias: empresas trasnacionales, políticas dirigidas por organismos supranacionales y, en medio de todo ello, las hormigas caminamos.

Me parece increíble poder ver cómo esa hormiguita que estuvo tan cerca de la muerte en el desierto y en el mar, da el salto y permea dentro de esas estructuras que deciden quién vive y cómo vive.

Otro aspecto que quiero resaltar es su honestidad brutal a la hora de compartir su proceso. Incluso en los momentos donde llega a contradecirse y mostrar abiertamente sus errores y tormentos. Leerle ha sido una gran lección para mí.

Lo que no me ha gustado

Las contradicciones entre su discurso teórico y su modo de vida. Justifica sus acciones con un discurso que no se corresponde con sus condiciones de partida. Ejemplo:

  1. Dice que salió porque en su país no podía estudiar, pero la realidad es que lo expulsaron de la prestigiosa escuela en la que estudiaba por faltar a clase sin justificación. Posteriormente, sus padres le apuntan a otra escuela haciendo un esfuerzo económico para costearlo. Sí, hay millones de niños que no tienen acceso a una educación, pero ese no era su caso.
  2. Se queja de las condiciones de acogida y del trato deshumanizante que ha vivido en todo el proceso cuando “se vio obligado a salir”, pero la realidad es que él, a diferencia de otros compañeros de viaje como Haruna, no “se vio obligado a salir” por condiciones de violencia, sequía, orfandad u otros. Él venía de una familia bien asentada y sabía que si cogía el teléfono y llamaba a su casa irían a por él donde quiera que estuviera.
  3. Llega a afirmar que, de toda su ruta migratoria, su estancia en el CIE de Tarifa fue lo peor, pero España es uno de los lugares donde mejor trato le dan.

Su intención comunicativa

Me voy a centrar en el último punto del párrafo anterior.

El libro me ha gustado mucho, pero pareciera que hay una intención de hacer ver la administración española como inhumana y negrófoba.

Tengo dos teorías. Por un lado, sabe que este libro va a ser leído por población española y no por Tuaregs ni administradores marroquíes, argelinos o libios. Está tratando de crear opinión pública.

Por otro lado, el hecho de estar tan cerca de conseguir lo que quieres hace que los días parezcan más largos y eternos, por lo que la percepción subjetiva es diferente al estar más desesperado. Esta es la segunda teoría.

Sea como fuere, decir que estar en un CIE es peor que encontrarse con Boko Haram da cuenta de que en realidad no se encontró con Boko Haram porque pudo huir a tiempo.

Los CIES y su comparación

Dicen que las comparaciones son odiosas.

Entiendo que estar en el CIE sea peor para él que la explotación en Argelia, porque realmente no sufrió la explotación de Argelia ya que en cuanto decidió que no quería eso, pudo irse mientras que del CIE no tenía escapatoria hasta los dos meses.

¿Pero de verdad estar en el CIE fue peor que ir agarrado a un tren mientras te tiraban pedradas? ¿Peor que ver cómo tu amigo se iba muriendo en el desierto? ¿Peor que el trato de los policías en el búnker de Maghnia donde asesinaron a compañeros tuyos y prendieron fuego a las dos entradas que había para que murierais todos asfixiados por el humo o quemados por las llamas? Me parece indignante esa página 160.

En los CIEs han muerto personas, 9 en 16 años, pero ninguna asesinada por los trabajadores.

En 16 años (desde el 2006 hasta el 2022) han muerto nueve personas inmigrantes en Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) españoles. De los nueve inmigrantes que murieron en los CIE, la mayoría, más del 44%, fallecieron porque se suicidaron, mientras que alrededor del 36% lo hicieron a causa de una enfermedad. El 20% fallecieron por muerte natural. (FUENTE: https://www.newtral.es/inmigrantes-muertes-cie-minterior-interior/20221230/ )

Y si bien estar en un CIE es duro, como dije antes, no creo que ese sea el motivo por el que Sani Ladan diga que es lo peor de toda su ruta migratoria.

El deseo de volver a ningún lugar

Una realidad que la mayoría de la gente desconoce es que muchos de los inmigrantes una vez llegan aquí, quieren retornar.

Algunos intentan suicidarse al no conseguir un vuelo de vuelta a casa. Algunos lo consiguen.

El viaje es tan traumático que, aunque consigan sobrevivir, las secuelas psicológicas son de por vida. No todos tienen la fortuna de tener recuerdos de un mundo al que regresar o de personas que los quieren. En ese contexto, con una mente absolutamente quebrada y una situación de total aislamiento, las personas somos vulnerables a los pensamientos sui ci das.

Y siento la comparación, pero en el caso de los CIEs estamos hablando de que lo han hecho 7 personas en 16 años cuando, de media, en España, lo hacen 11 personas AL DÍA.

Porque aquí, en España, hay mucha gente que por desgracia no tienen ninguna brújula que les oriente para no perderse. Porque todos tenemos heridas, pero por desgracia no todos tienen esa red de apoyo emocional que Sani sí tenía de base en su familia.

De hecho, esto lo dice él mismo en el libro y en la entrevista a COPE, cuando el entrevistador le menciona que no pudo hablar con su familia en todo el viaje. Sani responde que sus padres cuidaron en todo detalle su formación tanto emocional como material y que no podía llamarles porque serían capaces de ir a buscarle a donde él estuviera.

 

La llamada a hacer algo grande

Y ojo, que entiendo muy bien cuando sientes “la llamada” de un poder superior que te mueve a hacer algo (que normalmente es una pérdida de tiempo, dinero e incluso la vida)

Y agradezco que alguien como él viviera este viaje porque gracias a sus buenas condiciones de partida tiene la entereza, la formación y el sustento emocional necesario para compartir el proceso de forma organizada para que un lector ajeno a esa realidad pueda entenderla.

Pero al mismo tiempo… ¡Hay tanta gente que se va con lo puesto y sin tener la opción de llamar a nadie! No solo en África, también aquí en Europa y en América y Asia.

No quiero hacer leña del árbol caído, él mismo reconoce en el libro que los pensamientos sobre lo irracional y temerario de su acción, así como la desconsideración hacia su familia, le han atormentado durante tiempo. De milagro le salió “bien”, es decir, que sigue vivo y ha podido estudiar aun habiendo pasado por tanta penuria.

El viaje

Y esto lo dejamos para la semana que viene: su aventura por tierras extrañas que a fuerza de caminarlas dejan de serlo.

Desde Camerún a España, pasando por Nigeria, Níger, Desierto del Sahara, Argelia, Marruecos y, bonus extra, con su beca en Líbano y Estrasburgo.

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