El duelo migratorio visto desde una butaca
El duelo migratorio
En mi última entrada había comentado la obra de Zora Snake que vi en La Casa Encendida.
Ha pasado bastante tiempo y he reflexionado sobre lo vivido. En una clase del taller «Yo y el otro» -el burro delante para que no se espante- hablaron del duelo migratorio. Y es que, la migración es un proceso de vulnerabilidad psíquica donde se viven varios duelos.
En primer lugar, el migrante vive la pérdida de sus rutinas, la separación forzosa de sus personas queridas,.
En segundo lugar, se produce una desconexión con el grupo étnico -me da igual que seas original de Carabanchel y migres a Noruega, por muy occidentales que sean ellos no son del mismo grupo étnico que tú-. Esto implica un entorno cultural muy diferente donde, muchas veces, hasta el idioma es diferente. Mucho se habla de las barreras lingüísticas, pero conviene recordar que las barreras culturales no tienen porque conllevar un idioma diferente y que, aun compartiendo el mismo idioma, la barrera lingüística puede seguir estando -para un argentino o un vasco, entenderse con un andaluz puede ser complicado y viceversa-.
En tercer y último lugar, además de la pérdida del sentimiento de pertenencia a un lugar se da, con mucha frecuencia, el duelo por el fracaso del proyecto migratorio. Es decir, la frustración que se produce cuando las expectativas del proyecto migratorio no se han cumplido. En este caso, el migrante puede optar por reemigrar, empezando de nuevo todo el proceso, quedarse en el país de destino o practicar la emigración de retorno con las implicaciones que ello conlleva.
Es normal estar irritado o triste, sentir confusión ante la perdida de una identidad al tiempo que sentir culpa por haber dejado atrás a personas queridas. También puede acompañar el sentimiento de fracaso por «no haberlo logrado».
Esta paralización del proyecto de vida puede desembocar en una gran dificultad para tomar decisiones y puede darse en la segunda o tercera generación de migrantes.
Y aquí es donde viene mi supina ignorancia a la hora de analizar la situación que se dio en el coloquio de la obra del camerunés: y es que para mí, esas jóvenes que yo creía completamente integradas en la sociedad de destino, pueden tener un gran sufrimiento en su vida íntima.
El duelo migratorio es un duelo diferente a otros tipos. Está caracterizado por ser un duelo múltiple (al perder las costumbres, la familia, el nivel social, el idioma etc), ser un duelo parcial (la pérdida no es irreversible como en la muerte), ser un duelo recurrente (porque la experiencia se reactiva a menudo al llamar al origen, al escuchar referencias a su cultura etc.) y por último por invocar emociones contradictorias (la nostalgia de lo perdido frente a la ilusión de lo que se construye).
Os dejo el enlace a una web muy interesante donde se abordan las fases del duelo migratorio y se dan recomendaciones para manejarlo con éxito:
Una respuesta muy común al duelo migratorio es la de buscar elementos y símbolos del grupo de origen y reivindicarlos para mantener la conexión con las raíces culturales. Y aquí es donde me pregunto si la lucha por mantener el velo islámico en Europa, mientras que en los países árabes y persas hay una lucha por vivir sin él, no será una forma de mantener contacto con su cultura de origen.
Es decir, a día de hoy me pregunto si la reivindicación del velo en Europa puede ser una consecuencia del duelo migratorio donde, más allá de cuestiones religiosas, buscan mantener ese sentimiento de pertenencia. Una conexión religiosa, sin duda, con su pueblo de origen.
Espero no ofender ningún sentimiento religioso con mi artículo. Lo que escribo lo digo desde el respeto y la ignorancia. Si no estás de acuerdo con algo de lo que digo tu comentario será bienvenido. Desde el respeto tu discrepancia me hará crecer.